Durante la
segunda mitad del siglo XIX, China sufrió la penetración de las potencias imperialistas de Inglaterra, Japón, Rusia, los Estados Unidos, Francia y
Alemania. Todos estos países buscaban mercados para sus productos.
Fueron diversas
las causas que motivaron esta acción. La población numerosa constituía un gran
mercado, y la quinta parte disponía de capacidad económica para comprar los
productos europeos, además la gran extensión del territorio permitió contar con
gran cantidad de materias primas, lo cual despertó la ambición de las potencias
imperialistas.
Nacionalismo y movimientos campesinos
Los
campesinos sometidos por los extranjeros se rebelaron en 1850 en Taiping.
Fueron reprimidos por una coalición de ejércitos anglofranceses y
norteamericanos.
En 1894,
China perdió su dominio sobre Formosa y Corea con Japón; así mismo fue vencida
en la Guerra de los Boxers, que había surgido para expulsar el intervencionismo
extranjero.
Hacia el
final del siglo XIX, se suscitaron numerosos movimientos populares en Cantón,
Shangai y Tiensing, en los cuales participaron obreros, intelectuales y
estudiantes. Se destacó el renacimiento chino organizado-en Honolulú con la
dirección del doctor Sun Yat-Sen. Posteriormente, se convertiría en el Partido
Tun Men Huique, que encabezó en 1911, la primera fase de la Revolución china.
Las
condiciones históricas de China hasta principios del siglo XX, provocaron una
profunda división interna causante de
una transcendental revolución.
En el
desarrollo de la revolución, se consideraron dos fases: la creación de la
República, y la Revolución popular.
Creación de
la República (1911 -1925)
En 1912,
después de una serie de huelgas y manifestaciones en contra de la Dinastía
Manchú, el Emperador renunció y se estableció la República bajo la presidencia
de Sun Yat-Sen. Durante su corto período, fundó el Partido Nacionalista o
Koumintang que fue una combinación de las tradiciones chinas con el pensamiento
occidental. Para unificar el país, Sun Yat-Sen fusionó el Koumintang con el
Partido Comunista. Con el advenimiento de su muerte en 1925, el partido se
dividió. Por un lado, el nacionalista dirigido por Chiang Kai-Shek, conformado
por comerciantes, industriales y financieros que aspiraban sustituir a los
extranjeros y apropiarse del mercado nacional, y por el otro lado, los
comunistas liderados por MaoTse-Tung que agrupaban a la clase obrera, campesina
e intelectual deseosa de un cambio radical.
A la muerte de Sun
Yat-sen, comenzó el gobierno de Chiang Kai-Shek quien reprimió el sector comunista
del partido, no realizó la reforma-agraria y además impuso impuestos a la
población. Aprovechando el descontento, MaoTse-Tung organizó a los campesinos
en guerrillas; los enfrentamientos entre nacionalistas y comunistas se
intensificaron; los comunistas fueron derrotados en 1934 y luego de una
extensa y penosa jornada llamada la larga marcha, se replegaron hacia el norte
de China.
Sin embargo,
con el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial y la agresión japonesa
contra China, los ejércitos nacionalista y comunista se unieron para expulsar
a los japoneses a los que vencieron en 1945.
Ya concluido
el conflicto mundial, la Guerra Civil continuó, pero esta vez los nacionalistas
recibieron ayuda de los Estados Unidos, y los comunistas de la Unión
Soviética.
Este
conflicto se dio entre nacionalistas y comunistas durante el periodo 1945 y
1949. Después de un largo enfrentamiento, el 14 de diciembre de 1949, los
ejércitos nacionalistas se entregaron a los comunistas. Ya para el 1 de octubre
de ese mismo año, Mao había proclamado en Pekín el establecimiento de la República
Popular China. Los opositores se refugiaron en Formosa (Taiwán), isla donde
Chiang Kai-Shek organizó la China nacionalista con el apoyo de los Estados
Unidos.
Las condiciones del
país dieron paso a un período de reconstrucción. Se desarrolló una política de
unidad nacional denominada nueva democracia, con el propósito de estabilizar
económicamente a la Nación.
Para
consolidar estas medidas, en 1950 se promulgaron nuevas leyes matrimoniales con
el fin de modificar la estructura familiar de tipo patriarcal, con la
incorporación de la mujer en el proceso de producción. Se decretó la reforma
agraria, y los sectores básicos de producción pasaron a manos del Estado. En
todo este camino, la ayuda financiera de la URSS fue muy importante.
En 1954, se
proclamó la primera Constitución Socialista de la República Popular China,
donde se eligió como Presidente a MaoTse-Tung y al primer Ministro Chou En-Lai.
El poder público se confió al Partido Comunista y los planes económicos seguían
los modelos soviéticos. Mao se propuso ante todo cambiar las costumbres
feudales de su país y hacer un reparto de las tierras, ya que estaban en manos
de unos pocos. Con estos planes desató una campaña de terror en todo el país
contra los terratenientes y la clase media. Más de cien mil personas murieron
durante este período.
En 1958, lanzó la
política del gran salto adelante, donde a partir de las comunas populares y con
medios muy rudimentarios, masas populares. El gran apoyo popular a Mao se
manifestó en carteles y manifestaciones populares que reforzaron el culto a su
personalidad. Mao se convirtió en una especie de deidad a la que no podía
contradecirse. Por ello, las persecuciones y los abusos fueron algo muy
doloroso para la tradición de la nueva República, que puso en peligro la
estabilidad económica y condujo a muchas vejaciones.
El nuevo
gobierno
Tras la muerte
de los dirigentes Chou En-Lai y Mao Tse-Tung en 1976, China vivió una época de
inestabilidad política; fue electo como Presidente Deng Xiao Ping, quien
deseaba reformar el régimen y acercarse a occidente.
Xiao Ping
inició su trabajo restableciendo las relaciones diplomáticas con los Estados
Unidos, Japón y Francia.
Estas
relaciones le permitieron avanzar significativamente a su economía, pero
descuidó la apertura democrática de la sociedad, como se evidenció en la
inconformidad registrada en los sucesos de la Plaza de Tiananmen en 1989. La
manifestación fue reprimida severamente por el Gobierno con tropas armadas que
mataron al menos a 400 civiles, hecho que fue condenado por la comunidad
internacional.
Entre los
problemas que enfrentó Jiang Zemin como Presidente de China, estuvieron la
pérdida de influencia del Partido Comunista, el incremento de la inflación y el
déficit comercial. También se dio la entrega de Hong Kong a China por parte de
Inglaterra.
En el XV
Congreso del Partido Comunista Chino, que se realizó en septiembre de 1997, se
apoyó el mantenimiento de la línea política conocida como marxismo neoliberal
(donde los méritos y la competencia eran los factores claves para el desarrollo
económico), se ratificó a Jiang Zemin como primer mandatario de la República
para un período de cinco años, y se aprobó la reducción del aparato estatal con
el despido de la mitad de los funcionarios, a fin de disminuir el gasto
público.
En 2007, se
reconoció la propiedad privada, pero la ley no la hizo extensiva a la tierra ni
a los cultivos. En la actualidad, el Presidente de esta República es Hu Jintao.
CHINA - HONG KONG
Hong Kong, es
una Península China que fue cedida a los británicos con carácter indefinido en
el Tratado de Nanking, en 1942, para ponerle fin a la Guerra del Opio.
En 1984, se
firmó el acuerdo que garantizó el traspaso a China de la soberanía sobre Hong
Kong.
En 1997,
China se comprometió a mantener el sistema capitalista en ese territorio por 50
años. El 1 de julio de 1997, el Gobierno Británico devolvió Hong Kong a China,
que luego se convirtió en una región administrativa especial.
Hong Kong
tiene su propia Constitución, conocida como la Ley Básica, y continúa siendo un
enclave de la economía de mercado dentro de China.
CHINA - TÍBET
En 1950, después de la proclamación de la República
Popular China, el ejército popular de este país se apoderó del Tíbet, hasta
entonces una teocracia budista muy aislada del exterior. Esta situación forzó
el exilio, en 1959, de su líder espiritual, el Dalai Lama y de miles de
personas que se refugiaron en la vecina India, donde se estableció el gobierno
del Tíbet.
Desde esta anexión, se lleva a cabo una política de
colonización demográfica por parte de la etnia mayoritaria han. Cerca de 9
millones se han trasladado a la región de Tíbet. Por su parte, el Gobierno
tibetano en el exilio, encabezado por el Dalai Lama, apostó por una resistencia
de carácter político y no violento, y en 1987 presentó en el Congreso de los
Estados Unidos un plan de paz basado en seis puntos:
- La transformación de Tíbet en una zona de paz.
- El fin a la colonización demográfica china.
- El respeto por los Derechos Humanos.
- Las libertades democráticas fundamentales.
- La protección del medio ambiente y la desnuclearización del Tíbet.
- La apertura de negociaciones sobre su futuro estatuto y sobre las relaciones entre el pueblo tibetano y chino, basado en él principio aplicado a Hong Kong.
El Dalai Lama se mostró favorable a la fórmula de
"un país, dos sistemas". En la década de los noventa, se produjo una
represión que rompió por una década las negociaciones entre China y el Tíbet.
En estos últimos años, se inauguró el ferrocarril entre
Golmud (provincia de Qinghai) y Lhasa, capital del Tíbet, construido según las
autoridades chinas con el fin de promover el turismo y el desarrollo en la
región. Sin embargo, algunas personas consideraron que el objetivo de Beijing
era alentar el arribo masivo de población del resto de China y así disipar la
idiosincrasia del Tíbet.
Durante estos últimos años, las negociaciones aún
continúan, pero no registran acuerdos significativos.
Tomado de: GUERRERO VILLAGRÁN y otros (2012), Nuevos Horizontes Sociales 9, Bogotá, pág. 102-110 Fondo Educativo Panamericano
Páginas varias.
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